BELVAS produce un chocolate tan bueno por su sabor como por su aspecto humano y medioambiental

Desde la adquisición en 2005, el equipo de directivos da un nuevo impulso a Belvas e inscribe a toda la empresa en el Comercio Justo, convirtiéndose en la primera chocolatería del norte de Europa especializada en este mercado. Obtiene el sello Max Havelaar e incita a los proveedores no certificados a modificar sus prácticas de compra.  Dos años después de la adquisición, cuando la empresa ya ha duplicado su facturación, prosigue su desarrollo orientándose hacia el mercado de la agricultura ecológica.  En 2012, los chocolates Belvas obtienen la certificación "Bio" y la investigación y la innovación del producto ecológico es permanente. Belvas participa en la creación de empleo en la región y decide contratar a parados de larga duración con contratos temporales, y luego fijos, así como a trabajadores discapacitados. En 4 años, Belvas pasa de 2 a 21 empleados. Belvas aprovecha su traslado en 2009 para desarrollar su enfoque medioambiental en coherencia con sus valores. La empresa se inscribe progresivamente en un sistema de gestión medioambiental para le mejora continua de sus proyectos ecológicos. Se ponen en marcha numerosas acciones para el ahorro de energía: ampliación de un edificio de bajo consumo, reciclaje de las materias primas por biometanización, gestión de los residuos, instalación de 1500 m2 de placas fotovoltaicas, sistema de recuperación del calor, embalajes certificados FSC (Forest Stewardship Council), coches compartidos. En 2011, Belvas es proclamada "microempresa más ecológica de Europa". Para propagar su enfoque, Belvas permite que los chocolateros competidores visiten su fábrica y les transmite los nombres de sus proveedores ecológicos. Belvas también conciencia a los jóvenes en cuanto a la ecología, y organiza visitas de la empresa, preparadas previamente con los profesores, sobre el tema de la ecología.